|
Página 1 de 5
En su libro "Conferencias Esotéricas", Arnold Krumm-Heller escribió:
1. Primeras creencias:
"Cuando los hombres célebres han escrito grandes obras, alguien se encarga de escribirles su biografía, pero generalmente como homenaje a su memoria. Yo, que no soy célebre, no espero correr la misma suerte, pues sé que antes o después de morir poco o ningún caso se me ha de hacer.
"Pero quisiera ver escrita mi biografía de ocultista y, como dada mi poca importancia nadie la querrá escribir, he resuelto hacerlo yo mismo; eso tiene por lo menos la ventaja de que saldrá exacta, pues la conozco mejor que nadie.
"Pero no me tachéis de pretencioso: mi autobiografía como ocultista tiene por objeto marcar el camino que he seguido desde mis primeros estudios hasta la fecha, para desengañar a aquellos que creen que para iniciarse es menester emprender un viaje a la India, sujetarse al celibato y comer yerbas y raíces. Yo soy casado, nunca vi la India y como de todo; a pesar de esto creo poder alcanzar la meta que se propone todo ocultista: Dominar las leyes de la Naturaleza para ser útil a sus semejantes.
"Educado bajo los cuidados de una madre ejemplar que sacrificó todo por mi educación, llegué a ser hombre no habiéndome tomado jamás el trabajo de pensar yo mismo; en filosofía y en religión era como el 99% de mis prójimos, viviendo al día, dejando a los curas y a los mayores el cuidado de estas preocupaciones.
"Siguiendo la rutina, creía que ser bueno significaba cumplir con los mandamientos de la Iglesia, rezaba todas las noches y como premio de mis virtudes (?) esperaba la recompensa en el cielo.
"Mi idea respecto a Dios era la que se forman la mayor parte de los católicos, en que Dios no pasa de ser un gran comerciante, que en vez de dar mercancías por dinero, da cielos en cambio de misas, rezos, confesiones, etc., quita purgatorios, protege en el comercio, da maridos, etc.
"La idea de ser bueno y evitar el mal, no por miedo al infierno o codicia al cielo, sino por el amor al bien me era hasta entonces desconocida.
"La anciana madrecita quedó, después de darme el último beso, en Alemania, y yo me dirigí a esa tierra que hoy llamo mi segunda patria: México.
"Mi familia había emigrado en el año 1823 a México siendo mi bisabuelo minero. Es muy interesante leer "Briefe aus Mexico" donde existe la relación de esos colones alemanes.
"Siempre nos habíamos considerado mexicanos y así al llegar aquí de niño me encontraba con mi casa pero tenía deseos de conocer toda la América latina.
"Mi primera residencia fue la República de Chile, uno de los países más adelantados y hermosos de Sur América.
"De estudiante había leído novelas de algunos autores de importancia. Sabía el Fausto, en gran parte de memoria, y, para cambiar alguna vez, había tomado una obra de Carlos du Prel, pero sin que sus ideas hubiesen dejado huellas en mi ánimo; las leía para distraerme o para cambiar de lectura.
"Un año después de haber abandonado Alemania recibí la súbita noticia de la muerte de mi santa madre. Aquel golpe me anonadó; ¿cómo, después de haberla visto hacer tantos sacrificios por mí y en los momentos en que podía recompensar en algo sus afanes se me arrebataba a aquel ser?
"Entonces se despertó en mi alma una idea completamente nueva, que me vino a poner en conocimiento que los hijos jamás sabemos apreciar los sacrificios de los padres para labrarnos un porvenir que solamente a nosotros nos interesa; y que ni durante una vida pagamos debidamente sus afanes, no cumplimos en lo absoluto ni con los deberes de familia ni con los de humanidad siquiera, porque una noche de desvelo y zozobra infinita, cuando nos velaba al lado de la cuna; una noche de insomnio y de congojas que pasa durante los peligros de la niñez, esa personificación del verdadero y único amor abnegado, no se paga con toda una existencia de cuidados, de amor y de respeto hacia los que nos dieron el ser.
"Yo renegaba, maldecía mi suerte... me costó una enfermedad física la idea de que al regresar a mi patria encontraría únicamente un pedacito de tierra, que cubría aquel cuerpo santo.
|