Los lazos de unión entre el Císter y el Temple son innegables, no en vano San Bernardo decidió junto a otras personalidades, artículo por artículo, la regla de la Orden del Temple en el Concilio de Troyes, y la reconoció como el ideal del monje-soldado.
Ambas órdenes son austeras en origen, ambas escogían cuidadosamente sus asentamientos, sacando el mayor rendimiento posible de estos, procurandándose su propio abastecimiento, que comprendía instalaciones tan diversas como hospedería, enfermería, molino, fragua, palomar, granja, talleres y todo aquello que prestara servicio a una comunidad autosuficiente, que en el caso de los templarios abarcaba a los caballeros y a su séquito, escuderos, peones, servidores, etc. Siendo vital la influencia de ambas órdenes en la vida cultural, social, económica y espiritual de la época.
Hay lazos que traspasan el espacio y el tiempo.
Un abrazo,
Núria